Narra-vida

Los seres humanos integramos nuestra vida a través de historias; una mezcla particular y única de personajes, circunstancias, lugares, emociones, diálogos y otros detalles, todos importantes, desde el clima hasta la comida, desde la ropa que vestimos hasta la dolencia que llevabamos en el cuerpo. No todos los detalles son recordados, hacemos resumenes, destacamos unos más que otros, la memoria es frágil, no por eso débil, pero sí selectiva. La elección de los puntos destacados depende de lo que deseamos transmitir, a veces de lo que nuestros receptores quieren escuchar, y porque a veces no tenemos claro qué deseamos transmitir y qué desean los demás recibir, somos retroalimentados por el ejercicio de contar nuestras historias. Así integramos la vida, así también explicamos a los demás el mundo desde nuestros ojos, así también nos explicamos a nosotros mismos quienes somos.

Una sopa de pollo

Un caos con objetivo. No hay técnica, sólo una bien intencionada imitación. Inseguridad en cada uno de los pasos, sin saber si ya es suficiente. Sin conciencia de tiempos muertos, inmerso totalmente en la tarea. Un personaje sin superpoderes ni experiencia que sale al rescate de su héroe. Mi señora está enferma y yo: preparo mi primera sopa de pollo.

No hay descanso sino en Cristo

El cristiano en esta vida es como el mercurio, que tiene en si mismo un principio de movimiento, pero no de reposo; nunca está quieto, como el barco sobre las olas. En tanto tenemos pecado, somos como el mercurio: un hijo de Dios está lleno de movimiento e inquietud. Está en constante fluctuación, siempre tiene prisa; su vida es como la marea, unas veces sube, otras veces baja. No hay descanso; y la razón es porque se halla fuera de su centro. Todo está en movimiento hasta que vuelve a su centro; Cristo es el centro del alma; la manecilla de la brújula tiembla hasta que marca el polo norte.

Thomas Watson

Enséñame a escuchar

A veces, no pocas veces, me han dicho que no sé escuchar. Pero ahora que lo pienso.. quién nos enseña a escuchar? He visto a los padres enseñando el nombre de las cosas a sus hijos, los profesores enseñándonos la gramática y todas sus reglas, nuestros trabajos enseñándonos a redactar con formalidad y hacer uso correcto de las expresiones para mantener a gusto al cliente, las películas nos han colmado de frases y diálogos cliché, pero quien nos ha enseñado a escuchar? Ser prontos a escuchar y tardos para hablar, nos dice algo? Y si todos cumpliésemos ese mandato, caeríamos en el completo silencio o desbordaríamos en conversaciones  significativas? 

Cómo se puede decir que se escucha a Dios si no se sabe escuchar al prójimo? Qué certeza puedo tener de que acaso te estoy escuchando, oh Dios? Y si sólo estoy hablándote, hablando de ti, hablándome de ti y nunca te escucho a ti? Es cierto, sin duda alguna, de que hablas.. Lo haces a cada instante al aire y quieres que en algún momento te tome atencion? O no pierdes tus palabras sino que estás esperando tener una conversación personal, como la que hace uno con su amigo? Sin duda tú eres un Dios personal, me conoces, nada tuyo se queda sin propósito, entonces yo ahora quiero acercarme a ti, cerrar mi boca y pedirte que me enseñes a escuchar.

Mi querido Jesús

Mi corazón está latiendo,

golpea fuerte mi pecho,

¿cuánto tiempo sin darme cuenta

que tenía uno?

Tú lo has despertado,

por ti se acelera,

anhela escucharte,

se serena e impacienta

y es que ha visto tu gloria.

Aviva mi corazón,

que no se apague,

que sea fuego

que ilumina,

que calienta

y disipa las tinieblas,

que reúne a los cansados,

que presta cuidados,

que comparte el pan,

que cura al que ha caído,

que te vive a ti

y que por ti vive.

A ti, Jesús,

la gloria,

por tu misericordia,

a ti por tu bondad,

por ser el fuego que mantiene el mío,

por ser el pan que alimenta mi vida,

por ser la luz que me ilumina,

mi refugio, mi descanso,

quien cura mis heridas y

me imparte su vida.

A ti, Jesús,

la gloria para siempre.

Hechos 4:23-31

23 Al quedar libres, Pedro y Juan volvieron a los suyos y les relataron todo lo que les habían dicho los jefes de los sacerdotes y los ancianos. 24 Cuando lo oyeron, alzaron unánimes la voz en oración a Dios: «Soberano Señor, creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos, 25 tú, por medio del Espíritu Santo, dijiste en labios de nuestro padre David, tu siervo:

»“¿Por qué se sublevan las naciones
    y en vano conspiran los pueblos?
26 Los reyes de la tierra se rebelan
    y los gobernantes se confabulan
contra el Señor
    y contra su ungido.”

27 En efecto, en esta ciudad se reunieron Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y con el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste28 para hacer lo que de antemano tu poder y tu voluntad habían determinado que sucediera. 29 Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno. 30 Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús.»

31 Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.

De lo arrollador de tu palabra

Ahí está un amigo recordándonos acerca del tribunal de Cristo, haciendo incapié en que todas nuestras acciones serán un día juzgadas, en que debemos ser fieles, inteligentes y prontos para entregar el evangelio a quienes nos rodean. Ahí está una amiga instándonos a recordar las palabras de la gran comisión, hablándonos de cómo hay cosas que son transversales en nuestra vida como llevar el mensaje de salvación a los demás. Aquí está un amigo mío recordándome cuán bueno es Dios, de cómo se siente tan bendecido por él. Allá estoy con otro amigo conversando y me dice que debemos ser prácticos, que nos debemos quedarnos en la letra sino ser guiados por el espíritu. También ahí está un pequeño diciendo que debemos confiar en Dios y clamar a Él no importa lo que estemos pasado, manifestando que Dios siempre responde nuestras súplicas. Está también un anciano hablandome de carácter, de cómo conducirme en la iglesia de Dios, de cuidar mi corazón del orgullo y los halagos, de saberme un siervo inútil. Entre mis manos un libro que me invita a acercarme a Dios con familiaridad, con confianza sabiendo que nuestra Abba Padre es generoso. Está también el apostol Pablo quitando mis temores diciendo «si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa.. ustedes ya son hijos.. así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero». En mi radio suena una canción que dice que no hay nadie como Dios, que podríamos buscar por la eternidad y no encontraríamos nadie como Él. Aquí está mi novia, recordándome lo hermoso y emocionante de entregar la vida en servicio a los demás por amor de Cristo. Y he aquí yo mismo, clamando al Padre, diciéndome que no necesito nada más que a Él. Aquí estoy yo diciendo amén.

Cuántos recuerdos más que me sobrecogen, cuántos pensamientos me abruman, de que no se ha marchitado mi corazón gracias a que cada vez traes tu palabra a mi, esté consciente de ello o no. Tu palabra permanece para siempre, corre a través del mundo entero, nada ni nadie la puede apresar, va dando vida, renovando corazones, alentando a los débiles, sanando a los heridos, levantando a los caídos.

Yo no sigo en esto.. ¡yo quiero seguir el reino de Dios!

Escribo esta breve entrada para decir que durante mucho tiempo identifiqué como mis compañeros de milicia a aquellos que eran agudos y certeros en hacer notar las falencias del cristianismo, aquellos que tenían la crítica a flor de piel, sin embargo procuraré no hacerlo más. No porque quiera hacerme ciego a estas cosas, pues reconozco que muchas de ellas son ciertas, sino porque he visto que aquellos que manifiestan los errores de los demás rara vez muestran en su práctica y conducta lo que está bien. Saben muy bien lo que está correcto, manejan a perfección un discurso, saben poner todo en orden, sin embargo no piedad ni amor en sus actitudes. Por mucho tiempo he empatizado con esta forma de ser y he hecho lo mismo, sin embargo no quiero más. Siento que nos hemos vuelto obesos y llenos de grasa y no corremos carrera alguna con todas estas actitudes. ¡Cómo duele sentir que perdemos el valioso tiempo que se nos da! Vuelvo a reiterar que es importante exponer el error, no está demás, sólo manifiesto mi hastío hacia la actitud que parece no hacer más que eso, que le ha parecido más atractivo hacerlo exclusivamente y casi olvidarse de poner por obra todo lo que corrige.

Escribo esto como nota mental: No te dejes llevar por aquellos que parecen saberlo todo, de aquellos que parecen tener el secreto de un cristianismo verdadero pero que nunca lo manifiestan en la vida, ellos te debilitarán, no deseches la verdad que hablan pero guárdate de aquellos que desparraman conocimiento en las redes sociales, no quieras equipararte a ellos, contentate con la medida que Dios te ha dado y pide sabiduría de lo alto, no creas que todo o gran parte te lo puede dar un foro de internet. Ama a tus hermanos, aprecialos y tenlos en alta estima, no importa si parece equivocarse en las mil cosas que más te parecen más relevantes, sufre para que Cristo sea formado en ellos, entrega tu vida en servicio y mira a todos como superiores a ti. Da tu vida y esfuerzos en pos de la Iglesia de Cristo y su misión. Reclina tu cabeza en el pecho de Cristo, admite tus debilidades e ignorancia. No temas confesar tu pecado, no temas manifestar tu necesidad. Honra a tus líderes y pastores, amales, no desparrames el protocolo de lo que deberían ser sino que sírveles para que lleguen a ser más como Cristo. No busques tu propio éxito sino el de tus hermanos, no pisotees a los débiles sino que engrandécelos para que se hagan fuertes. Ama la Palabra de Dios, haz tuya sus promesas, confía en Dios que no miente, no importa las circunstancias. Sirve por amor a Cristo, por gratitud a tu Redentor, no para ser visto ni admirado sino para introducirte más y más en la comunión con el Padre. Engrandece el Nombre de Dios, da gloria a su persona, expande su reino, ocupa tus talentos y energías en hacer conocida su gloria. Confía, medita y deleitate en el amor eterno del Padre, mirate y mira todas las cosas a través de él. Levántate sabiendo que Dios está haciendo una obra en pecadores, que no tiene sentido vivir manifestando a todos que detectas los errores de todos los demás pues Dios va un paso más allá, Él ya está precisamente corrigiendo esos errores en sus hijos. Ora por tus hermanos, ruega por ellos, por los de tu comunidad y por toda la Iglesia sobre esta tierra. Huye de la hipocresía, que no te alcancen la falsa religión, la que busca ser vista. No busques ser alguien grande, busca que Dios sea visto como grande en tu vida, piensa siempre en su gloria y no en la tuya. Gózate, alégrate, salta de alegría, canta una canción, celebra que el reino de Dios ha llegado, que Dios reunirá todas las cosas en su Hijo, que tu eres parte de su plan, que tienes en tus mano la semilla y Dios está labrando los corazones, que la tierra será llena de su gloria. Que no importa si tengo mucho, si sé esto o aquello, si lo he leído, si lo enseño a mil personas, si me reconocen, si me aplauden, si me invitan, si he visito dicho lugar, si me veo bien, si les soy inspirador, si parezco interesante, si me quieren seguir, si soy un referente, si he alcanzado la cima ¡QUE NADA DE ESO IMPORTA PUES TÚ NOS HAS AMADO! Oh Señor ¡tú nos has amado! ¿por qué buscamos otras fuentes? ¡TÚ NOS HAS AMADO! Yo no quiero ver la paja en el ojo ajeno, yo quiero que me ayudes a quitar esta enorme viga en mi ojo que no me deja verte, que no me deja amar, que pesa y no me deja avanzar. Señor despliega tu gloria, vence nuestro perverso corazón, quema la pasividad y la falta de entrega. En tus manos estamos, purifica tu iglesia, ayúdanos a caminar en tu verdad, a imitar tu carácter y andar en tu justicia. Gracias por tu misericordia, por tu compasión, pues nos enseñas con paciencia y amor.

Una nueva canción

Cómo duele el corazón
creer que aún le falta
color a tu canción
y mejores palabras

Yo la he disfrutado,
sé que no hace falta más,
Y ¿por qué me veo pensando
cómo hacerla mejorar?

De verdad quiero cantarla,
sin temor, con confianza,
mas de nuevo las miradas
que me llenan de vergüenza

Bien oculto yacen versos
que tararareo todo el tiempo,
de esos no me avergüenzo
a pesar de ser perversos

Oh, qué miserable mi canción,
yo quiero cantar la tuya,
pero soy una contradicción
entre deseos y dudas

Aborrezco mi estribillo,
tedio a mis estrofas,
quiero la novedad de tu canción
todo el tiempo en mi boca

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Orar o no orar ¡he ahí el dilema!

«Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así,

velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos» Efesios 5:18

 

Creo que toda persona familiarizada con el cristianismo reconocerá que los creyentes oran por los demás o al menos es lo que deberían hacer. Sin embargo, ¿qué oramos cuando oramos por los hermanos? ¿qué estamos buscando actualmente con nuestras oraciones? ¿cuál es nuestra reflexión a causa del estado de la oración en nuestro tiempo?

Actualmente sufrimos de una ceguera en cuanto a la necesidad espiritual de cada uno de nosotros. Muchas veces somos arrogantes debido a nuestra prosperidad, a pesar de hablar mucho de la gracia no hacemos más que mencionarla pero no depender de ella. Somos capaces incluso de hablar mucho acerca de nuestra incapacidad pero rara vez nos vemos suplicando que Dios nos socorra o actúe a nuestro favor. En algunos casos usamos la misma sobernía de Dios para eclipsar la brillante invitación a la oración que nos hace el nuevo testamento.

Algunas aproximaciones

Sin duda es muy difícil explicar una situación como esta. Podemos dar respuestas simples como también muy elaboradas, sin embargo me gustaría hablar acerca de algunas que he notado. Estas no reflejan el cristianismo general sino la realidad local que puedo apreciar.

Creo que la prosperidad y desarrollo de nuestra sociedad ha resultado ser muy contraproducente y no la hemos sabido abordar. Muchos cristianos tienen una situación económica mucho mejor que las generaciones pasadas por lo que la oración no nos parece algo naturalmente necesario. Pero he aquí el primer error: pensar que la oración se trata de conseguir bienes materiales. Es más común ver cristianos orando por bienes materiales que por bendiciones espirituales. Una iglesia puede dedicar todo su esfuerzo en la obtención de recursos para llevar a cabo proyectos, pero difícilmente se le verá poniendose de rodillas para que Dios les conceda un entendimiento más claro del evangelio. Puede que piense que exagero, porque por supuesto las iglesias tienen dentro de sus listas de oración asuntos espirituales, pero quiero arriesgarme y decir que la mayoría de las veces son peticiones que apuntan a cosas espirituales sólo como medios para alcanzar otras cosas. A veces oramos por sabiduría para tomar saber qué trabajo escoger, pero rara vez oramos por sabiduría para vivir piadosamente. Oramos por que Dios me sane de una enfermedad, pero no nos tomamos el tiempo para que Dios nos sane de aquella ceguera espiritual que muchas veces tenemos. Oramos para que Dios abra puertas en nuevos proyectos, pero ¿cuándo oramos para que Dios abra nuestro corazón para recibir su reprensión?

Esta última distinción es necesaria de hacer. Orar por nuestras necesidades físicas es importante pero no es todo. Por lo que vemos en las cartas de Pablo, la oración por los santos está más bien enfocada en objetivos espirituales como conocer a Dios, que su pueblo sea santificado, que sean unidos en amor, que se pueda comunicar el evangelio, que la Palabra de Dios sea enseñada y defendida, que Dios nos haga entender la grandiosa esperanza a la que hemos sido llamados, que comprendamos al Todopoderoso Dios y su actuar en la historia. Y a decir verdad ¿cuán amenudo está en nuestras listas de oración lo que Pablo oraba? (Por lo demás es un muy buen ejercicio el comparar nuestras peticiones con las que nos enseña la Biblia sobre la oración).

Muchas veces somos muy superfluos un nuestras peticiones. Decimos «Que Dios nos haga crecer espiritualmente». Pero la oración se caracteriza no sólo por ser general sino también específica. Peticiones particulares nos llevan a examinarnos, a ser honestos con nuestra condición, reconocer con nombre y apellido aquello en que estamos fallando, por último si no lo identificamos, pedir a Dios para que nos permita localizarlo. Claramente necesitamos crecer espiritualmente, pero como comunidades debemos realizar un ejercicio de reconocer nuestros pecados e invocar a Dios para que nos limpie y rescate de ellos. Crecer espiritualmente es también verbalizar nuestras falencias y saber que tenemos un Padre amoroso que nos escuchará cuando las expongamos ante Él.

¿Alguna razón para todo esto?

¿Por qué estamos cómo estamos? Difícil de responder. Una de las cosas que es evidente es que estamos demasiado confiados. Y no hablo de confianza en Dios sino en nosotros mismos. Parece que el hecho de tener todo a mano nos ha dotado de un orgullo muy bien disfrazado. «¿Nosotros tener que mejorar nuestro entendimiento de la Biblia? ¡Pero si somos una iglesia que está fundada en la Biblia, son las otras iglesias que tienen que pedir eso! ¿Estudiar las enseñanzas básicas y claves del cristianismo? ¡Pero tenemos años de cristianos, pedir eso sería negar toda nuestra experiencia!» Por su puesto no decimos esto, pero es lo que está detrás de nuestra falta de dependencia de Dios y reconocimiento de nuestra limitación.

Un factor que ha alimentado esta actitud creo que es el éxito experimentado en nuestras actividades que no han involucrado suficiente oración. Como podemos lograrlo orando poco entonces ¿para qué nos vamos a pelar las rodillas si va a salir igual, no? Pero esto plantea un grave problema en cuanto a qué es lo que realmente queremos, si hacer las cosas a la manera de Dios o a la nuestra. Viendo todo esto resulta terrible pensar que podamos acostumbrarnos a llevar una vida cristiana sin oración.

Podríamos seguir reflexionando en cuanto este tema pero por mi parte me detendré aquí. Sin duda el lector de estas líneas también tendrá un análisis de este tema y podrá tener razones más lúcidas y certeras de las causas de nuestra pereza en la oración las cuales me encantaría que compartiera conmigo. Con todo, lo que más espero es que podemos estar unidos en un solo sentir, el cual es aprender a depender del amoroso Padre y buscar su gloria por medio de la oración. Orar por los santos significa también que sean santificados, que conozcan más a Dios, que se gocen en la salvación, que la vida de Cristo transforme sus vidas.

Pido al Padre que nos ayude, que renueve nuestro entendimiento de la oración, primero como comunión con Él, para aprender a entregar nuestro corazón a Él y recrearnos en su amistad. Ruego que nos saque de la trampa del éxito humano, que podamos darle la gloria no sólo en fines sino también en los medios que utilizamos. Que no bajemos nuestras manos cuando estamos saciados, sabiendo que la necesidad espiritual es más grande que el hambre en esta tierra. Que no nos seduzcan las caricias de la comodidad y no seamos guiados por las apariencias de estabilidad. Que no nos coludamos como comunidades diciéndonos que todo está bien sino que reconozcamos lo caído de este mundo, de nuestras vidas, que no pensemos que nuestra misión como iglesia es «mostrarnos limpios al mundo» sino que así de sucios «ser limpiados en el mundo» por Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor.

A Él sea la gloria, la honra, el poder y nuestras oraciones.