Una nueva canción

Cómo duele el corazón
creer que aún le falta
color a tu canción
y mejores palabras

Yo la he disfrutado,
sé que no hace falta más,
Y ¿por qué me veo pensando
cómo hacerla mejorar?

De verdad quiero cantarla,
sin temor, con confianza,
mas de nuevo las miradas
que me llenan de vergüenza

Bien oculto yacen versos
que tararareo todo el tiempo,
de esos no me avergüenzo
a pesar de ser perversos

Oh, qué miserable mi canción,
yo quiero cantar la tuya,
pero soy una contradicción
entre deseos y dudas

Aborrezco mi estribillo,
tedio a mis estrofas,
quiero la novedad de tu canción
todo el tiempo en mi boca

Sigue leyendo

Orar o no orar ¡he ahí el dilema!

«Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así,

velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos» Efesios 5:18

 

Creo que toda persona familiarizada con el cristianismo reconocerá que los creyentes oran por los demás o al menos es lo que deberían hacer. Sin embargo, ¿qué oramos cuando oramos por los hermanos? ¿qué estamos buscando actualmente con nuestras oraciones? ¿cuál es nuestra reflexión a causa del estado de la oración en nuestro tiempo?

Actualmente sufrimos de una ceguera en cuanto a la necesidad espiritual de cada uno de nosotros. Muchas veces somos arrogantes debido a nuestra prosperidad, a pesar de hablar mucho de la gracia no hacemos más que mencionarla pero no depender de ella. Somos capaces incluso de hablar mucho acerca de nuestra incapacidad pero rara vez nos vemos suplicando que Dios nos socorra o actúe a nuestro favor. En algunos casos usamos la misma sobernía de Dios para eclipsar la brillante invitación a la oración que nos hace el nuevo testamento.

Algunas aproximaciones

Sin duda es muy difícil explicar una situación como esta. Podemos dar respuestas simples como también muy elaboradas, sin embargo me gustaría hablar acerca de algunas que he notado. Estas no reflejan el cristianismo general sino la realidad local que puedo apreciar.

Creo que la prosperidad y desarrollo de nuestra sociedad ha resultado ser muy contraproducente y no la hemos sabido abordar. Muchos cristianos tienen una situación económica mucho mejor que las generaciones pasadas por lo que la oración no nos parece algo naturalmente necesario. Pero he aquí el primer error: pensar que la oración se trata de conseguir bienes materiales. Es más común ver cristianos orando por bienes materiales que por bendiciones espirituales. Una iglesia puede dedicar todo su esfuerzo en la obtención de recursos para llevar a cabo proyectos, pero difícilmente se le verá poniendose de rodillas para que Dios les conceda un entendimiento más claro del evangelio. Puede que piense que exagero, porque por supuesto las iglesias tienen dentro de sus listas de oración asuntos espirituales, pero quiero arriesgarme y decir que la mayoría de las veces son peticiones que apuntan a cosas espirituales sólo como medios para alcanzar otras cosas. A veces oramos por sabiduría para tomar saber qué trabajo escoger, pero rara vez oramos por sabiduría para vivir piadosamente. Oramos por que Dios me sane de una enfermedad, pero no nos tomamos el tiempo para que Dios nos sane de aquella ceguera espiritual que muchas veces tenemos. Oramos para que Dios abra puertas en nuevos proyectos, pero ¿cuándo oramos para que Dios abra nuestro corazón para recibir su reprensión?

Esta última distinción es necesaria de hacer. Orar por nuestras necesidades físicas es importante pero no es todo. Por lo que vemos en las cartas de Pablo, la oración por los santos está más bien enfocada en objetivos espirituales como conocer a Dios, que su pueblo sea santificado, que sean unidos en amor, que se pueda comunicar el evangelio, que la Palabra de Dios sea enseñada y defendida, que Dios nos haga entender la grandiosa esperanza a la que hemos sido llamados, que comprendamos al Todopoderoso Dios y su actuar en la historia. Y a decir verdad ¿cuán amenudo está en nuestras listas de oración lo que Pablo oraba? (Por lo demás es un muy buen ejercicio el comparar nuestras peticiones con las que nos enseña la Biblia sobre la oración).

Muchas veces somos muy superfluos un nuestras peticiones. Decimos «Que Dios nos haga crecer espiritualmente». Pero la oración se caracteriza no sólo por ser general sino también específica. Peticiones particulares nos llevan a examinarnos, a ser honestos con nuestra condición, reconocer con nombre y apellido aquello en que estamos fallando, por último si no lo identificamos, pedir a Dios para que nos permita localizarlo. Claramente necesitamos crecer espiritualmente, pero como comunidades debemos realizar un ejercicio de reconocer nuestros pecados e invocar a Dios para que nos limpie y rescate de ellos. Crecer espiritualmente es también verbalizar nuestras falencias y saber que tenemos un Padre amoroso que nos escuchará cuando las expongamos ante Él.

¿Alguna razón para todo esto?

¿Por qué estamos cómo estamos? Difícil de responder. Una de las cosas que es evidente es que estamos demasiado confiados. Y no hablo de confianza en Dios sino en nosotros mismos. Parece que el hecho de tener todo a mano nos ha dotado de un orgullo muy bien disfrazado. «¿Nosotros tener que mejorar nuestro entendimiento de la Biblia? ¡Pero si somos una iglesia que está fundada en la Biblia, son las otras iglesias que tienen que pedir eso! ¿Estudiar las enseñanzas básicas y claves del cristianismo? ¡Pero tenemos años de cristianos, pedir eso sería negar toda nuestra experiencia!» Por su puesto no decimos esto, pero es lo que está detrás de nuestra falta de dependencia de Dios y reconocimiento de nuestra limitación.

Un factor que ha alimentado esta actitud creo que es el éxito experimentado en nuestras actividades que no han involucrado suficiente oración. Como podemos lograrlo orando poco entonces ¿para qué nos vamos a pelar las rodillas si va a salir igual, no? Pero esto plantea un grave problema en cuanto a qué es lo que realmente queremos, si hacer las cosas a la manera de Dios o a la nuestra. Viendo todo esto resulta terrible pensar que podamos acostumbrarnos a llevar una vida cristiana sin oración.

Podríamos seguir reflexionando en cuanto este tema pero por mi parte me detendré aquí. Sin duda el lector de estas líneas también tendrá un análisis de este tema y podrá tener razones más lúcidas y certeras de las causas de nuestra pereza en la oración las cuales me encantaría que compartiera conmigo. Con todo, lo que más espero es que podemos estar unidos en un solo sentir, el cual es aprender a depender del amoroso Padre y buscar su gloria por medio de la oración. Orar por los santos significa también que sean santificados, que conozcan más a Dios, que se gocen en la salvación, que la vida de Cristo transforme sus vidas.

Pido al Padre que nos ayude, que renueve nuestro entendimiento de la oración, primero como comunión con Él, para aprender a entregar nuestro corazón a Él y recrearnos en su amistad. Ruego que nos saque de la trampa del éxito humano, que podamos darle la gloria no sólo en fines sino también en los medios que utilizamos. Que no bajemos nuestras manos cuando estamos saciados, sabiendo que la necesidad espiritual es más grande que el hambre en esta tierra. Que no nos seduzcan las caricias de la comodidad y no seamos guiados por las apariencias de estabilidad. Que no nos coludamos como comunidades diciéndonos que todo está bien sino que reconozcamos lo caído de este mundo, de nuestras vidas, que no pensemos que nuestra misión como iglesia es «mostrarnos limpios al mundo» sino que así de sucios «ser limpiados en el mundo» por Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor.

A Él sea la gloria, la honra, el poder y nuestras oraciones.